DECÁLOGO PARA PROFESORES CONTRA EL ACOSO ESCOLAR

Para dar importancia al papel de educadores y docentes en el bullying, un grupo de expertos confeccionan un decálogo para profesores contra el acoso escolar.

 

Cuando se habla de acoso escolar también en su versión de ciberacoso, los profesores parecen ser los eternos olvidados en el asunto.  Y, cuando se les menciona, muchas veces es para acusarlos de su pasividad o permisividad en los episodios de acoso que tienen lugar dentro de sus aulas.   ¿Cómo han de confrontar el acoso escolar los protagonistas de la enseñanza?

La figura del profesor es fundamental para ofrecer protección a los niños más débiles y vulnerables

 

Pautas contra el acoso pensadas para el profesor:

Para aclarar cuál es el papel del maestro en materia de bullying, las expertas Elizabeth Englader y Kristin Schank, del Centro de Reducción de la Agresión de Massachussets,  han elaborado estos consejos en forma de decálogo para profesores contra el acoso escolar.

  1. Siempre responder con un “no” al acoso

Incluso cuando parezca una broma.  Si se percibe como inapropiado o toma algún cariz ofensivo, el profesor debe responder mostrando un abierto desacuerdo, incluso cuando no parezca tener la suficiente gravedad como para reportarse.

  1. Centrarse en los pequeños detalles

Del mismo modo que “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”, los pequeños comportamientos ofensivos son sumatorios y pueden derivar en ofensas y perjuicios graves en algún niño de la clase. Por ello las expertas aconsejan a los profesores explicar que incluso sus pequeños comportamientos tienen un efecto en los demás.

  1. Preocuparse por la “ciber-realidad” de los alumnos

La tecnología ha llegado a los hogares y también a las aulas.  Así, un buen profesor debería interesarse y preguntar a los alumnos “cómo les va on-line”, y en caso de sospechas concretas, formular preguntas concretas.  Así podrán prevenir el ciberbullying.

El docente, como adulto, debe explicar el modo en que afectan hechos como la difusión de rumores, y atender a ellos para detectar casos de acoso escolar

  1.  Atender a los rumores

No para fomentarlos, sino para saber qué se cuece y dónde.  Los rumores siguen siendo una de las armas favoritas de los niños bully o acosadores para difamar a sus víctimas y hacer aliados.

  1. Enseñar a gestionar los enfados

Todos los buenos amigos pueden llegar a tener algún desencuentro y, en el caso de los jóvenes, es importante enseñarles a confrontar los problemas y resolverlos “cara a cara”. De este modo evitaremos la tendencia a mudar el asunto al terreno digital y electrónico, donde, lejos de resolverse, puede ir a más.

Desde que son pequeños, los niños muestran afinidades y rechazos sociales que se pueden descubrir fácilmente a través de un test sociométrico on line como  BuddyTool de TEA Ediciones .

  1. No olvidar a los más pequeños

Es verdad que el bullying y el ciberbullying se dan más en la adolescencia, pero también se observan cada vez más casos tempranos en niños más pequeños.

  1. Conectar emocionalmente con el niño

Pedir a los niños que denuncien es fácil, pero si se desea realmente que lo hagan, el profesor debe crear un clima de confianza con ellos para convertirse en el primer eslabón de la denuncia.  De los estudios se extrae que los niños no denuncian porque no ven resultados o consecuencias: hasta el 80% opina que reportar su caso no ha servido de nada.

  1. Tener particular atención a las niñas

El patrón de las niñas acosadoras es distinto al de los niños.  Si bien los chicos tienden a acosar a extraños o gente lejana, las niñas atacan fundamentalmente en su entorno social más inmediato y a sus propias amigas.

  1. Recompensar los aspectos positivos del comportamiento

No sólo reprobar o reportar lo malo, sino reconocer y agradecer los comportamientos positivos y en especial cuando sean “anti-bullying”.

  1. Dejar que los niños participen en el problema y en la solución

Nadie mejor que los profesores, educadores y personal docente para formular el problema tal y como se da en realidad.  Si existen casos de intimidación y bullying, ellos lo saben.  Pero, además de preguntarles si existe,  es muy positivo dejar que participen también en el proceso de solución.  A veces con una pregunta tan sencilla como:  “¿Qué podemos hacer para resolverlo?”

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