LAS 5 CONSECUENCIAS EMOCIONALES DE UN POSIBLE NUEVO CONFINAMIENTO EN LA COMUNIDAD EDUCATIVA

¿Qué sucedería si nos volvieran a confinar? De producirse un nuevo confinamiento, los docentes serían de los grandes afectados

A mediados de verano, y durante el transcurso de las vacaciones, sucedió lo que todos temíamos:  nuevos rebrotes de la Covid-19 obligaron a algunas poblaciones a retroceder a las fases 1 y 2 de la desescalada, sembrándose otra vez la semilla del miedo y la amenaza del inicio del curso escolar.  Este podría, de nuevo, obligarnos a asumir la educación a distancia o semipresencial.   La vuelta al cole tras la pandemia, sin embargo, es ya una realidad, y crucemos los dedos para que las medidas de higiene y distanciamiento funcionen.  Así y todo, ¿qué sucedería si nos volvieran a confinar?  En el caso de un nuevo confinamiento son de esperar consecuencias tanto emocionales como académicas.

En este año tan atípico, la vuelta al cole imita a la de los países nórdicos como Dinamarca, donde se apuesta por impartir clases al aire libre siempre que sea posible

Un nuevo confinamiento supondría un esfuerzo emocional para todos: tanto para las familias como para la comunidad educativa. ¿Estamos preparados para ello?

La importancia del componente emocional

Los expertos señalan que los rebrotes del coronavirus y la segunda oleada del Covid-19 se han debido a un cierto relax en las medidas de prevención.  Pero este relajamiento general podría acarrear otra consecuencia:  la que implicaría un esfuerzo emocional extraordinario a la hora de afrontar un hipotético nuevo confinamiento total o parcial.

Veturián Arana, experto en bienestar, expone las 5 principales consecuencias emocionales que esto podría suponer para nuestra salud mental: frustración, ira, problemas de sueño, desmotivación y menor resiliencia.

A nivel académico los niños mayores tienen pocos problemas, pero los pequeños no son buenos candidatos para seguir una metodología de educación a distancia, al exigir la supervisión directa de un adulto.

Más allá de las repercusiones físicas que volvería a tener sobre nuestro cuerpo esta hipotética situación (estrés, insomnio y sedentarismo, por poner unos ejemplos) están las consecuencias emocionales a las que, dada la experiencia vivida durante esta primera parte del 2020, deberíamos prestar una mayor atención.

Arana, creador del Método SAAMA, señala las 5 principales consecuencias emocionales que traería consigo un retorno de fase o, lo que es peor, un nuevo confinamiento:

1.         Sentimientos de frustración

Esta será, seguramente, la primera y más intensa sensación que experimentemos ante un hipotético nuevo confinamiento.

Hay muchas cosas que nos frustran pero, seguramente, una de las peores es la de no poder disfrutar de nuestro tiempo libre, salidas, y seres queridos.

2.         Ira

La frustración suele ser un detonante de la ira. Es esta emoción la que nos traerá el mal humor en algunos momentos del día y la que nos llenará de insatisfacción y nerviosismo. Tanto la ira como la frustración son emociones que invitan a la acción y que exigen mecanismos de autocontrol no siempre presentes en las personas.

Los profesores se han visto obligados a aplicar nuevos métodos de enseñanza a marchas forzadas, adquiriendo en muchos casos un mayor compromiso tanto en tiempo como en esfuerzo que con la educación convencional. Esto supone un importante foco desmotivador en los docentes que, unido al miedo al contagio del coronavirus, podría afectar al desarrollo del curso académico.

3.        Desmotivación


Tras el verano se suceden los propósitos para el nuevo curso, que viene a ser una especie de año nuevo psicológico. Se trata de unas fechas en las que solemos tener una dosis extra de motivación provocada por el descanso de los meses de verano, y que nos permite ver con optimismo todos los retos que tenemos por delante hasta que llegue el próximo verano. Toda esta buena energía podría estar en peligro si volvemos a confinarnos.



Para los niños y adolescentes, el principal problema de la educación a distancia es que adolece del componente social,  tan importante en las edades de desarrollo. Además supone el abuso de pantallas, perjudicial para su salud, y el incremento de conductas de ciberacoso.  En este sentido, padres y profesores deben estar pendientes y, ante cualquier duda, aplicar un test de detección de acoso escolar.

4.         Dificultad para conciliar el sueño.

Este ha sido uno de los efectos más comunes del pasado confinamiento. Si nuestra calidad del sueño se resiente y sucede de forma continuada en el tiempo, llegará a producir no sólo malestar, sino también cansancio crónico, insomnio e incluso alteraciones en el bienestar emocional.

5.            Menor resiliencia

Todas las consecuencias descritas anteriormente pueden afectar seriamente a nuestro nivel de resiliencia, es decir, a la capacidad para superar las adversidades y salir fortalecido de ello. La resiliencia supone una respuesta para afrontar eficazmente una crisis que, en este caso, llegaría muy poco tiempo después de la primera, por lo que superarla nos supondría un mayor esfuerzo.

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